miércoles, 16 de diciembre de 2009

Música para cenobitas





La primera vez que escuché The Birthday Party fue en la casa de Miguel. Había ido a buscar no sé que cosa o sencillamente pasaba para ir a dar una vuelta juntos. Me encontré con que la habitación estaba tan sólo iluminada por el monitor de la computadora, su abuela dormía boca arriba con los brazos cruzados sobre el pecho mientras por los altoparlantes sonaba “Deep in the woods”.
- ¿Esto es Nick Cave?
Pregunté al reconocer la voz del cantante.
- Sí, es The Birthday Party, la banda con la que empezó Nick Cave.
Cada tanto le echaba una mirada a la abuela, no sea cosa que hubiera dejado de respirar.
- Que bueno que está este tema.
- Está excelente, se llama “Deep in the woods” es sobre una violación en un bosque.
Con semejante panorama, no me hubiera sorprendido que mi amigo hubiera desgoyado a su abuela y mi hubiera dado de beber su sangre en una especie de cuenco ritual. De hecho en algún momento llegué a creer que era lo que iba a suceder. Por suerte nada de esto pasó y la señora Blanca, está recluida en un hogar para ancianos, pero goza de relativa buena salud.
Al tiempo iniciamos con él y otros amigos una banda, un delirio musical que bautizamos PornoCripta y del que mantengo gratos recuerdos. The Birthday Party era a su entender una influencia que no podíamos evitar, así que me grabó “Hits” el único CD de esta banda que tenía y que es posible conseguir por estas latitudes. La experiencia de escuchar todo ese disco me fue totalmente removedora. Guitarras chirriantes que olvidan por momentos toda noción de armonía, letras que no tiene sentido transcribir al papel ya que sólo adquieren significado con el acompañamiento musical y los diversos tonos de voz que utiliza Nick Cave para cantar. En lo que se puede considerar el estribillo de “Junkyard”, repite hasta el hartazgo “Honey, honey, honey” para luego cantar “Shring, shrang, shring, shrang” en un claro tono sexual. Hay también alaridos, sonidos que no se sabe muy bien si son hechos con instrumentos o con la voz humana.
The Birthday Party fue el conjunto de los excesos, tanto en la forma en la que vivieron sus músicos como la música que hacían. Su sonido era desprolijo y parecía salido de las mismas entrañas de cada uno de los miembros de la banda, más que el producto de una elaborada composición, da la sensación de ser un vómito musical. Es cierto que en la historia del Rock ha habido muchos excesos, pero ellos llegaron a donde nadie más pudo. Fueron lo dionisíaco llevado a su estado más puro. Oírlos es dejern que emerjan con nuestras pulsiones más primitivas. En sus conciertos, el público debía entrar en un estado de locura colectiva y autodestructiva, no me extrañaría conocer en algún momento a un veterano que curtía conciertos de The Birthday Party y lleve consigo varias cicatrices de guerra que prueben que ahí estuvo.
Es que a mi entender suenan como la banda sonora de una orgía satánica y lo más increíble de todo es que su carrera comenzó y finalizó, mientras quienes luego harían Nü, Black y Death Metal estaban aún en pañales. Nick Cave tiene algo perturbador en su manera de cantar y su presencia escénica, a su lado Marilyn Manson (con todo el respeto que le tengo) es un quincenario que se viste de negro para que sus compañeros le tengan miedo y no le peguen. Cuando escucho The Birthday Party me imagino a un joven Nick Cave cantando en un escenario acompañado por las wired twins de la película Hellraiser. Sé que no debo caer en las garras de las gemelas cenobitas pero ellas son en su deformidad tan atractivas y la música poco a poco me va quitando las inhibiciones. Terminaré yendo con ellas, las despedazaré y seré despedazado en sus garras, seré un pedazo de carne e instiva y sin mente, será doloroso y a la vez placentero.

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