jueves, 2 de diciembre de 2010

Queremos tanto a Leslie





Me enteré por mi hermano y confieso que al principio no supe si creerle, pero no me costaba tomarme dos segundos para cerciorarme en internet y efectivamente, Leslie Nielsen había muerto. La noticia nos dejó a ambos con cierta tristeza que luego me enteré que otros amigos compartían. Es cierto que ni “La pistola desnuda” ni “¿Dónde está el piloto?” quedarán en los anales del cine como una de las obras maestras del séptimo arte ni Leslie Nielsen formaba parte del selecto club de actores legendarios como Marlon Brando, Jack Nicholson y Robert de Niro, pero el vínculo que se puede tener con Leslie Nielsen era mucho más fuerte.
Creo que Nielsen se volvió con el tiempo una especie de amigo o de terapeuta, una especie de amigo o terapeuta a quien recurrir en los momentos de bajones, cuando necesitamos reírnos un rato. Soy de los que defienden al cine como una forma de expresión artística y que por lo tanto debe apuntar a la excelencia artística, pero también creo es válido querer solamente pasar un buen rato sin mayores pretensiones de hacer denuncias sociales o ver algo que nos cambie nuestra percepción del mundo y la vida. A su vez existe una prejuicio que en el fondo es clasista (ya que la tragedia era asociada en un inicio con las clases altas y la comedia con las bajas) de que mientras la tragedia es un género de calidad y seriedad temática la comedia no es más que un burdo entretenimiento de discutible gusto. Sin embargo hasta el más culturoso de nosotros debe reconocer que todos necesitamos reírnos a veces, reírnos y pasarla bien sin exigirle demasiado a nuestras cabezas, divertirnos pasarla bien y olvidarnos por un momento de nuestros problemas que suelen ser bastantes. Leslie Nielsen es alguien a quien podemos encomendarnos cuando necesitamos reírnos, una especie de confidente o amigo que nos aguanta la cabeza que siempre estaba dispuesto a aguantarnos la cabeza en el cine, el videoclub más cercano o en la página de donde descarguemos películas.
A fin de cuentas, Leslie, me gustaría poder creer que por más que estés muerto te las arreglarías para leer este blog, sólo quería decirte de hay mucha gente que te tiene cariño, aunque nunca te haya conocido personalmente, darte un gracias enorme por todas las risas que no me has arrancado y por las que me vas a seguir arrancando.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Nico



Las manos en los
bolsillos
y los hombros
encogidos
aunque
los huesos sean
grandes.

El mundo
está lleno de
humor
non sequitur
y de razones para
militar
en el
minimalismo.

Aunque
Jimi Hendrix
se enoje con
esos versos.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Recordando: Therion en Montevideo



"Los muchachos" de Therion, metal y dramatismo sobre el escenario.


Hay circunstancias que nada tienen que ver con la música, pero hacen que uno tenga más simpatía y familiaridad con ciertas propuestos musicales o no. Había en un foro en el que todavía participo un tipo bastante arrogante y problemático que se hacía Deggial, en honor al disco de Therion, por supuesto el susodicho era fanático de esta banda. Para colmo le había roto el corazón a una buena amiga y ella estaba al borde de un colapso psicológico bastante jodido. Todo esto conspiraba para que me interesara por Therion a pesar de que todas las referencias que me daban de ellos eran muy buenas. Varios años después una noche que me encontraba en el Ateneo Hebert Nieto, escuché un disco que me pareció excelente, pregunté que estábamos oyendo y me respondieron que Therion. Averigüé que se trataba del disco “Vovin” y lo bajé al poco tiempo, hasta ahí llegó mi interés por ellos en aquel momento, aún guardaba mis resentimientos contra el tal Deggial.
Cada pareja que he tenido es un mundo nuevo en lo que respecta a filosofía de vida, obsesiones personales y gustos musicales. Mi novia es fanática de Therion, así que poco a poco a fui adentrándome en ellos. Son una banda muy interesante con una gran imaginación para componer y letras que recogen mitologías de varias partes del mundo. Fue mi novia quien me llamó emocionadísima para contarme que se Therion tocaría en Uruguay. Mi entusiasmo no fue tanto como cuando me enteré de que tocaría Lacrimosa, pero sin duda que era una cita con la buena música que no me iba a perder.
Para comenzar, quiero decir de que me llevé una muy grata sorpresa con Drama y Delirio, me parece que es la banda de metal gótico nacional con la que estaba soñando.
Si algo queda claro después de ver a Therion en vivo es la potencia que tiene esta banda, la música que hacen apoyada en el hecho de que tienen cuatro cantantes con formación lírica, hacen de esta banda, una versión metalera y moderna de la opera clásica. Vínculo que ellos mismos se han preocupado por cultivar, incluyendo piezas de compositores clásicos dentro de su repertorio. Instrumentalmente la banda resultó ser muy sólida, con solos excelentes y sabiendo manejar muy bien los momentos de intensidad y las calmas anteriores a las tormentas, además de un excelente punto de apoyo para que los cantantes hicieran de las suyas. Los cantantes estuvieron sublimes, entregando todo en el escenario y sabiendo dar sus pequeños toques de teatro que sin duda sumaban puntos al show. El único tema es que con cuatro cantantes en el escenario, la atención se divide entre cuatro y ninguno logra tener esa conexión tan especial con el público que han tenido y tienen los vocalistas de rock mas legendarios, de todas formas esa no es razón para que una banda cambie su tan singular propuesta musical.

lunes, 27 de septiembre de 2010

23 de Setiembre del 2010, el día L


Lacrimosa durante su concierto en Montevideo, foto cortesía de Gianfranco Giudici, alias "Vikingo"


Oí por primera vez sobre Lacrimosa, allá por 1999 en un mail que me escribió mi amiga, Calipso Covarrubias. Por aquellos tiempos, había que esperar un buen rato para que las páginas web revelaran sus fotos y un video de diez segundos demandaba una paciencia de media hora. Quizás fue al año siguiente que con la ayuda del Napster ¿se acuerdan del Napster?, pude descargar un par de canciones de ellos “Der erste tag” y “Alleine zu zweit”. Me pareció una banda muy buena e interesante, pero cada minuto que pasaba en internet se pagaba en la cuenta telefónica, además de que mis preferencias musicales estaban más marcadas por aquellos tiempos hacia Metallica y los Rolling Stones.
Tuvieron que pasar cuatro años más y entrar otra mujer en escena para que escuchara más de Lacrimosa. A pesar de que hace tiempo que ya no sé nada de Natalia, mantengo dos grandes deudas con ella que nunca podré pagarle. La primera es haber roto años de complejos, inseguridades y haberme enseñado que incluso alguien como yo puede tener una relación de pareja. Lo segundo es más circunstancial, pero fundamental para el tema que nos compete en estos momentos. Comentó una vez que iba a ir a la feria de Tristán Narvaja, entre otras cosas a ver a un conocido que vendía discos de metal difíciles de conseguir. Me preguntó si estaba buscando algo en particular, le respondí “-No sé, algo de Lacrimosa.” Se me apareció luego con el “Elodia”,” -Es un regalo”, aclaró.
No lo sabía en aquellos momentos, “Elodia” es la obra maestra de Lacrimosa y en mi opinión uno de los discos fundamentales de la historia del rock, algo así como el “Sgt Pepper”, “Abbey Road”, el “Nevermind” de Nirvana , el disco Negro de Metallica o el Led Zeppelin IV, aunque no tan difundido como estos otros. Lo escuché una y otra vez, con el tiempo se volvió una de mis obsesiones secretas y supe que algún día, costara lo que costara, vería a Lacrimosa en concierto.
Algún tiempo después me regalaron un disco para navidad o mi cumpleaños, no recuerdo si el disco ya lo tenía o era de una banda que no me gustaba, así que decidí cambiarlo. Ocurrió el milagro, en el local de “Todo Música” estaba el “Stille” decidí aprovechar esta oportunidad única y me lo llevé a casa. “Stille” es un muy buen disco, con momentos sublimes como “Der erste tag” “Not every pain hurts” o “Mutatio spirituos” pero no llega a ese grado de perfecta unidad artística que tiene “Elodia”, ya lo he dicho, existen contados discos que puedan compararse con “Elodia”. El resto de sus discos, los fui consiguiendo de a poco, “Lightgestalt” me lo mandó una amiga argentina por correo. “Fassade” me lo pasaron archivo por archivo mientras chateaba en el MSN.
Mientras tanto me iba enterando que Lacrimosa es un dúo formado por el alemán Tilo Wolff y la finesa Anne Nurmi, que editan su disco a través de su propia discográfica artesanal llamada “Hall of sermon”. Poco más se sabe sobre ellos, salvo que actualmente viven en Suiza y los rumores de que son pareja. También aumentaba mi convencimiento de que algún día iría a verlos. Los escenarios posibles eran dos, o ir llegado el momento a Buenos Aires, destino obligado de quienes gustamos del buen rock, aunque el buen rock crea que Montevideo es poca cosa para dar un concierto. O en un futuro impreciso y con más dinero quizás pudiera verlos en algún lugar de Europa, acompañado de mi amiga Cripta de Cristal. Hace un par de años, me agarré una de las mayores broncas de mi vida cuando me enteré que tocaban en Buenos Aires un día antes del concierto, más allá de que tuviera el dinero o no, ya resultaba imposible hacer todos los arreglos correspondientes.
Pero la vida da a veces mejores oportunidades de las que perdemos. Así de la mano de mi novia, me fui enterando primero de que un contacto de facebook de ella, estaba sondeando la posibilidad de traer a Lacrimosa a Montevideo, luego de que este mismo contacto confirmaba que efectivamente, sus majestades góticas tocarían en nuestra ciudad. Como si fuera poco, un trabajo que tuve durante unos meses me permitió hacerme del dinero suficiente para las entradas. La cita era el 23 de Setiembre en La Trastienda. Literalmente hablando, conté los días que faltaban.
Antes de entrar en lo que fue el desempeño de Lacrimosa, quisiera hacer un par de comentarios sobre los teloneros. Rrrrrr, no me gustó mucho, musicalmente estaba bien lo que hacían, pero hubo algo en la forma en la que se paraban en el escenario que no me terminó de cerrar. Fixion en cambio me dejó una muy buena impresión, es cierto que tienen que trabajar algunas cosas, pero en mi humilde opinión tienen todo lo necesario para volverse en los próximos años, una de las grandes bandas del rock uruguayo.
Visto que Lacrimosa es un dúo y el peculiar sonido que tienen, una gran incógnita para mi era la forma en que iban a salir al escenario. Desconozco como lo han hecho otras veces, pero en esta gira, optaron por conformar una agrupación de rock clásica con músicos contratados, bateria, bajo y dos guitarras, mientras el integrante del dúo que llevaba la principal parte vocal de la canción cantaba desde el centro del escenario, el otro lo acompañaba con los teclados y le hacía los coros. Esta formación tuvo el inconveniente de que volvía impracticable tocar los temas orquestados donde lo instrumental lleva la mayor parte, que suelen ser mis favoritos pero por otro lado ayudaba con los más movidos ideal para trasmitir la energía necesaria en un concierto. En ese sentido, superaron ampliamente mis expectativas, por alguna razón me imaginaba a Lacrimosa una banda más bien gélida en el escenario y nada más lejos de la realidad.
Anne Nurmi estuvo totalmente seductora, encargándose la mayor parte del tiempo de los teclados, pero bailando de una forma bastante única e indescriptible cuando le tocaba ser la principal cantante. Su forma de vestir fue también una reivindicación por el rol de la cantante,cuando creíamos que toda mujer que cante estaba obligada a mostrar abundante cantidad de carne sobre el escenario, Anne parecía un versión gótica de las princesas Disney, su vestido plateado apenás revelaba un escote, pero más llamaba la atención el arreglo que se había hecho en el pelo. “-You're beatifull” Le gritó alguien del público y ella apenás hizo una reverencia con esa gracia sobrehumana que tiene.
Tilo Wolff más que el genio torturado que supuse que era, demostró ser alguien que disfruta enormemente del hecho de hacer música y capaz de emocionarse hasta la médula, cuando el público de este lugar recóndito coreaba como podía los temas en alemán. Su carisma en el escenario, es irrepetible, no necesita de grandes artilugios escenográficos, le bastaba con sus modales de dandy decimonónico y la confianza de ser (creo que en el fondo sabe que lo es) uno de los mejores músicos del mundo.
Con su música nos fueron envolviendo a todos, llevándonos hacia una gama de sensaciones desconocidas, “el poder de la música” adquirió un significado mucho más profundo. Dos veces dieron por terminado el concierto y dos veces pedimos por un bis, no queríamos que la música terminara. Al salir del concierto me quedaba mirando extrañando a la gente en la calle, no podía entender como podían haber sido ajenos de algo tan trascendente y continuar sus vidas como si nada.

lunes, 23 de agosto de 2010

Detrás de "El Código da Vinci"


Tom Hanks interpretando a Robert Langdon, si el libro fue un best seller masivo, Hollywood no teme en gastar millones en la adaptación cinematográfica, después de todo el éxito está asegurado.

Advertencia: Si usted, estimado lector, llegó a este artículo de blog en búsqueda de detalles sobre la vida secreta de Jesucristo o significados esotéricos detrás de la obra pictórica de Leonardo Da Vinci, probablemente queden decepcionandos. Hecha esta aclaración, puedo seguir adelante.

La pregunta me vino a la mente mientras preparaba una clase de literatura inglesa sobre “Drácula” y “Sherlok Holmes”, una de mis ideas que alentaba mi enfoque era que una obra de ficción que tiene tanto éxito, algo debe decir de la sociedad que la produce y la consume. La asociación fue instantánea. ¿Qué pasa entonces con “El Código da Vinci”? Esta es un poco la pregunta que voy a tratar de responder.

Lo primero a notar de esta novela es su ritmo frenético, pautado en buena parte porque el protagonista Robert Langdon debe resolver el asesinato antes de que la policía lo agarra a él ya que es el principal sospechoso del crimen en cuestión. La historia es un acelerado descubrimiento sobre la supuesta verdad de uno de los pilares de la civilización occidental y un iniciación en uno de los más exclusivos secretos en un improbable lapso menor a 24 horas. Este planteo que no da lugar a las pausas, se contrapone con la novela policial más clásica, donde el protagonista va a disponer de algún momento donde sentarse tranquilamente a recapitular todos los aspectos del caso y reflexionar sobre el mismo. La necesaria pausa para reflexionar o para despejar la mente, es un lujo cuando no visto como signo de pereza en un mundo donde si bien no es la policía como tal quien nos pisa los talones, tenemos plazos impuestos por nuestros superiores y la constante amenaza de que alguien capaz de hacerlo más rápido se quedará con nuestro trabajo. Dentro de la ficción que constituye esta novela, los hechos y elementos necesarios para dicha investigación se dan de tal forma que resulte posible resolver el asesinato y el misterio histórico en unas pocas horas, pero en la vida real, muy rara vez las cosas se pueden resolver tan rápidamente. Esta obsesión por la rapidez es una de las características de la sociedad actual y tiene consecuencias en nuestra forma de vida más allá de lo que sería pertinente reflexionar en este artículo.

El segundo punto interesante que me llama la atención de “El Código Da Vinci” son la sociedades secretas, lo cual parece ser una de las obsesiones literarias de Dan Brown, o al menos un ingrediente que considera necesario para obtener ventas multimillonarias. Según Dan Brown, la historia de la humanidad no es escrita por grandes hombres públicos como reyes y líderes políticos o sistemas económicos de producción, sino por sociedades secretas que mueven los hilos de los acontecimientos desde las sombras. No creo que la historia pueda resumirse como la historia de pequeñas cúpulas secretas que operan tras bastidores, pero si pensamos en los últimos ciento cincuenta años no se estaría tan errado, si cambiamos sociedades secretas, por sociedades anónimas. Las decisiones de las grandes corporaciones, tomadas en la mayoría de los casos, por gente que no conocemos su nombre, su cara y que tampoco hemos votado, afectan nuestras vidas de formas más dramática de lo que lo hacen las decisiones políticas. Basta por ejemplo ver “Roger & Me” de Michael Moore para tener una idea de esto. El secreto que da lugar a estas sociedades secretas ficticias o ficcionalizadas tiene un importante valor simbólico. En una economía del conocimiento donde saber es poder, conocer un importante secreto es como tener una buena cuenta bancaria acumulando intereses para el día que decidamos jubilarnos. También es el secreto, o debería decir el anonimato, él que permite disfrutar del poder sin las consecuencias que éste trae. Desde la sombras no hay que preocuparse de no ser reelecto o de tener una mala imagen pública. Finalmente el secreto, es la línea divisoria que separa el adentro del afuera, los propietarios de los empleados, quienes viven de rentas y quienes deben sobrevivir con un sueldo.

Dan Brown no parece mostrarse crítico con este orden exclusivista, sino todo lo contrario. Al inicio de “El Código Da Vinci” Robert Lagndon es un respetado profesor universitario, que debe tener un buen pasar como lo tienen los profesores universitarios en el primer mundo, pero profesor a fin de cuentas. En el transcurso de las escasas horas en las que se desarrolla la novela, entra en contacto con una poderosa organización a la que salva de ser destruida, accede a su secreto fundacional (bueno, en realidad ya sabía una parte), todo indica de que va a quedar fuertemente vinculada a él, además de quedar las puertas abiertas para un posible romance con uno de los miembros más importantes de esta sociedad. Es como sí un profesor de programación de la Facultad de Ingeniera, en el transcurso de una loquisíma noche, se volviera CEO de Microsoft y se en noviara con la hija de Bill Gates.

Aún más, sobre el final del libro, descubrimos que las intenciones del villano consisten en hacer público el secreto, lo que siguiendo con la lógica de mi interpretación implicaría socializar de cierta manera el poder económico. Lagndon le responde que el mundo no está listo para conocer ese secreto y el combate pasa a un plano más físico, donde se termina imponiendo el parecer del protagonista. El argumento de Lagndon, fue rebatido más de doscientos años atrás por el filósofo alemán Immanuel Kant. Antes las diversas opiniones que frecuentaban por aquella época dicíendo que la idea de democracia era excelente pero que lamentablemente el pueblo aún no estaba preparado para gobernarse a sí mismo, Kant respondió que el pueblo nunca iba a estar preparado para gobernarse a sí mismo, a menos que consiguiera el poder y a los ponchazos fuese aprendiendo a gobernarse. La historia demostró que Kant tenía razón, o al menos así lo creo en mi humilde opinión.

El último punto que quizás sea la razón por la cual “El Código Da Vinci” pasó de ser uno de los tantos thriller que fabrica y consume la industria editorial norteamericana para volverse un best seller con escasos precedentes en las últimas décadas, se trata de la reinvención de la figura de Cristo. Jesucristo es un personaje delicado, como eje central del cristianismo es nos guste o no, uno de los principales pensadores de la civilización occidental, casi que se podría decir que es uno de sus padres fundadores. Pero el conocimiento que tenemos de su pensamiento es en el mejor de los casos de segunda mano, si aceptamos la improbable versión de que los evangelios fueron realmente escritos por San Marcos, San Mateo y San Juan Evangelista (según la tradición y los propios evangelios, San Lucas no conoció personalmente a Jesús).

Sin embargo las investigaciones históricas y filológicas indican que los evangelios son las enseñanzas de Cristo tomadas de por lo menos tercera o cuarta mano y en un proceso de teléfono descompuesto donde mucha gente metió la cuchara y no faltaron las manos maliciosas, lo que ha dado lugar a mucha especulación respecto a cual era el verdadero pensamiento de Jesucristo y que tan fieles son los evangelios a este pensamiento. Posiblemente durante los primeros dieciocho siglos de cristianismo no hubo mucho debate al respecto, los evangelios eran dados por buenos, punto, si alguno se le ocurría cuestionar eso, la inquisición se encargaba de hacer un lindo fogón con él. Pero a partir de 1700 y pico con la progresiva secularización de la cultura occidental y la idea de un concepto más demostrable sobre la verdad histórica, comenzaron a hacerse sentir voces disidentes cada vez con más fuerza. A su vez la cultura occidental fue apartándose cada vez más de muchos preceptos morales que tradicionalmente se los asocia con el cristianismo, como el orden patriarcal, la concepción de la sexualidad como pecado y una concepción del mundo que parte desde la fe y no desde el conocimiento científico.

Pese a todas estas discrepancias, entre la religión cristiana y el mundo occidental moderno, el cristianismo sigue siendo uno de los hitos fundantes y distintivos de la civilización occidental. Basta analizar la mayoría de las ideologías que aparecen en el espectro político moderno como el conservadurismo, liberalismo, socialismo y anarquismo, para ver que tienen genes de cristianismo en su ADN genético. Dan Brown, ensaya una conciliación entre Jesucristo y la moral occidental moderna, al casarlo con María Magdalena y hacerla su igual, le da una sexualidad que las iglesias tanto se han esforzado por negarle y le quita su presunto contenido machista para volverlo un mensaje en pro la igualdad de géneros. Incluso hace que Cristo sea padre de una hija, dejando un legado material y concreto, no sólo espiritual como es la tradición, el mundo moderno parece tener una enorme dificultad y aberración con lo abstracto y espiritual prefiriendo lo concreto. Pero el golpe de gracia final es cuando establece una especie de genealogía ideológica con Leonardo da Vinci (de ahí el título del libro). Da Vinci simboliza en cierta manera la ciencia y la tecnología, quedando de esta manera el cristianismo y el progreso técnico-científico reconciliados.

Cabe aclarar que lo escrito por Dan Brown es ficción y nada más que ficción, “El Código da Vinci” no debe ser tratado como algo más importante de lo que es, un thriller inteligentemente armado., el gran error de la Iglesia Católica fue darle semejante trascendencia. Tampoco esta ficción resiste un análisis histórico muy detallado, al revés que muchas historias de Borges o de Umberto Eco que son desde el punto de vista histórico, intachables. Entre varios errores, está el de afirmar que Constantino I hizo del cristianismo la religión oficial del Imperio Romano, mediante el Edicto de Milán, cuando este documento lo que promulgaba era la libertad de culto para los cristianos, que el cristianismo corriera a partir de Constantino con cierto caballo del comisario, es una cosa distinta. Con código da Vinci o sin él, a fin de cuentas lo que se sabe sobre el Jesucristo histórico es lo mismo; que en la primera mitad del Siglo I, vivió en Galilea y Judea un hombre llamado Yeshúa ben Yosef que se dedicó a predicar, hablaba arameo, seguramente también hebreo y probablemente tuviera algunos conocimientos de latín, a los treinta y algo de años fue crucificado, el resto se perdió en la historia o es una cuestión de fe, que escapa toda reflexión que intente ser medianamente objetiva y racional. Quizás ese sea el mayor mérito de Dan Brown, contarnos lo que se perdió de la historia de la forma que nos hubiese gustado que sucediera.

martes, 27 de julio de 2010

Contra la gillette



De todas las actividades humanas relacionadas con el cuidado del aspecto personal, la más frívola y efímera es afeitarse. Un corte de pelo masculino promedio, tarda más o menos un mes en perder su forma y de requerir otro, para tener las uñas razonablemente prolijas, basta con cortárselas cada semana o dos, aparentemente con una frecuencia similar se depilan las mujeres. Sin embargo a las pocas horas de afeitarse, ya surge nuevamente la sombra de la barba que renace. Sí los hombres fueramos tan obsesivos de la perfección estética como las mujeres, deberíamos afeitarnos varias veces al día, con la consiguiente consecuencia de tener nuestros rostros bajo una constante irritación cutánea.
La lucha que sostenemos los hombres por mantenernos libre de vello facial, se parece a las cruzadas morales de ciertos predicadores o los intentos de homogenización cultural que ha emprendido occidente en remotas regiones. Resignados a no poder alcanzar el objetivo, nos contentamos a mantener más o menos las apariencias y a pasarnos regularmente la gillette, sabiendo perfectamente que es afeitarse lo que hace la barba salga cada vez más tupida. No podemos eliminar la barba de nuestro rostro, tan sólo podemos aspirar a mantenerla dentro de ciertos margen que consideramos aceptable, haciendo la vista gorda a los pelitos que comienza a salir. Y sin embargo nuestra vanidad nos obliga a afeitarnos diaramente o cada par de días para de esta forma venderle al mundo que somos personas pulcras, civilizadas sin oscuras intenciones que ocultar tras su tupidas barbas.
Pese a que la cultura mainstream y sus postulados me resultan cada día más insulsa y autocomplaciente, me afeito tres veces por semana con una rigurosidad religiosa. Es que me gusta como me veo, además, afeitado rejuvenezco un par de añitos. También eso, somos una sociedad obsesionada con la juventud.

sábado, 10 de julio de 2010

La grandeza de Saramago



No quiero tirármela de intelectualoide ni darme de dique de algo que no soy, pero para mis 26 años he leído bastante. Por supuesto, que me quedan muchas obras fundamentales por leer y también he desperdiciado tiempo, por así decirlo, leyendo mucha cosa más bien triviales o que por lo menos no es lo que se espera que lea un estudiante de letras y aspirante a escritor. Sin embargo son pocos los libros que me han marcado a fuego y menos aún, aquellos pasajes que lograron conmoverme hasta la médula, uno de ellos pertenece al “Evangelio según Jesucristo” de José Saramago. Mis escasos pero leales lectores, sabrán disculpar las distorsiones, hace años ya que lo leí y en este momento lo tengo prestado, por lo que no puedo corroborarlo del texto en estos momentos.
Jesús lleva varios días vagando por el desierto, tiene los pies llenos de llagas y la garganta le arde de sed. Lentamente, con el dolor que le implica dar cada paso se va acercando al pueblo de Madgalá. Ya casi sin fuerzas toca en la puerta de una casa en las afueras, la casa de alguien que debe permanecer aislado. Una mujer responde, no recuerdo si media alguna palabra entre ellos, si lo hace pasar o si le llega a dar algo para que beba. Lo que sí es seguro es que más temprano que tarde, se abalanzan el uno sobre el otro, enredan sus cuerpos con furia y ya no se separarán más hasta que llegue la hora de la crucifixión.
La escena no tiene nada que ver con oscuros secretos templarios, búsquedas glamorosas del Santo Grial ni siniestras conspiraciones eclesiásticas para mantener oculta la verdad sobre Jesucristo, sino con algo mucho más sencillo y a la vez más importante, el amor y lo que esto significa. ¿Cómo puede alguien hablar predicar el amor como camino y como divinidad sino ha amado? ¿Puede alguien decir “amense los unos a los otros” sin haber sentido ese amor que te presiona el pecho? Me refiero al amor con mayúsculas, al que por momentos duele, por más que se tenga al ser amado en frente porque hay un límite físico de lo unidas que pueden estar dos personas?
Tampoco busca la blasfemía, escandalizar de la forma más baja posible para acrecentar las ventas o hacer pornografía, sino cuestionar, proponer una visión distinta del cristianismo, de uno de los cimientos sobre los que se basa la civilización occidental. Un cristiano muy fanatizado podrá tomarlo de blasfemo, pero cualquier cura con dos dedos de frente, puede ver que trata a la figura de Jesús con respeto, aunque no sea exactamente el Cristo en el que ellos creen.
Si hubiera escrito solamente ese pasaje, ya merecería un destacado lugar en la historia de la literatura, no sólo por todo lo que esta escena cuestiona y sugiere, sino por su capacidad de hacer música con el lenguaje y de meter al lector en esa piel flagelada por el sol y la arena que acaba de encontrar el consuelo de los besos. Pero el hombre escribió muchas novelas, algunas excelentes, otras tan sólo muy buenas. Por el momento he leído tan sólo dos además de “El evangelio según Jesucristo”, “Levantado del suelo” la novela que lo hizo famoso, que podría resumirse burdamente como una versión portuguesa de “Cien años de soledad” que nada tiene que envidiarle a la novela de García Márquez y “El año de la muerte de Ricardo Reis” a mi gusto un poco más floja que las otras dos, pero sin duda un hermoso libro. Tengo en el debe el resto de su novelas, en especial siempre me han dado curiosidad “Ensayo sobre la ceguera”, “Ensayo sobre la lucidez”, “El hombre duplicado” y “Caín”.
Saramago, tenía mucho en común con Mario Benedetti y Eduardo Galeano, en el sentido de que era un intelectual de izquierda, (el se definía como un comunista hormonal) comprometido como persona y en su literatura en la búsqueda de un mundo mejor. Sin embargo su posición política estaba de lejos de caer dentro de facilismos o de justificar cualquier cosa que hicieran los comunistas. Si mal no recuerdo, fue en 2003 que visitó por última vez Uruguay, por aquel entonces estaba en el tapete una serie de ejecuciones del gobierno cubano contra unos dicedentes políticos. En una conferencia que dio en el Paraninfo de la Universidad, se le preguntó al respecto. El respondió algo así como “Al gobierno de Cuba lo considero un amigo y cuando un amigo se equivoca, uno está en la obligación moral de decírselo.”
Pero por más que nos duela a nuestro corazoncito uruguayo, hay una gran diferencia entre el portugués y nuestros dos compatriotas, su talento literario era ampliamente superior y las ideas que manejaba en sus textos son mucho más complejas y provocadoras. Aquellos que formaron un grupo de facebook para que le dieran el Nóbel a Benedetti (ignorando quizás, que un Nóbel no puede ser dado postumamente) deberían leer a Saramago y ver el nivel literario de un Premio Nóbel justamente otorgado.
José de Souza de Saramago, nos abandonó hace menos de un mes, el 18 de Junio para ser exactos, sin embargo nos dejó una treintena de hermosos libros, libros para emocionarnos, para reflexionar, para gozarlos. Bastante más de lo que la mayoría de los mortales dejaremos en nuestro paso por el mundo.

domingo, 21 de marzo de 2010

Botija, yo estuve ahí, cuando los Guns and Roses tocaron en Montevideo



Los Guns and Roses a mediados de los ochenta, cuando supieron ser la banda de rock más famosa del mundo.



Los Guns and Roses, más o menos ahora, cuando tocaron en Montevideo. En realidad es imposible decirlo con certeza, cambian algún miembro cada dos meses.

El estadio no estaba repleto, digamos que estaba ocupado en tres cuatro o un ochenta por ciento, lo que también es una buena metáfora de la intensidad, la magia y el espíritu que dejaron sobre el escenario. Por supuesto que tres cuartos de la energía de los Guns and Roses es mucho más de lo que muchas bandas pueden llegar a dar.
Personalmente tenía varias razones para ir, la primera y fundamental es que es una banda que me gusta y mucho, En segundo lugar pocas leyendas del rock internacional han venido a Uruguay, que yo recuerde se limitan a Bob Dylan, Eric Clapton, Jeff Beck y Deep Purple, contar a Mick Jagger y a James Hetfield que llegaron con el único fin de disfrutar de nuestras playas es hacer trampa. Mi política es que cuando semejantes instituciones del rock llegan al país es ir a verlos en concierto, siempre y cuando San Bolsillo Martir lo permita. Finalmente podría ser visto como un acto de resistencia, en el panorama musical uruguayo los rockeros nos encontramos asediados por dos frentes, por un lado toda la movida tropical y por el otro la temible mafia del Cabo Polonio con la que debemos tranzar más de lo que quisiéramos por nuestra propia supervivencia. Un concierto de escala tan masiva puede ser visto como una forma de decir “el rock vive y lucha.”
En cambio la nostalgia no fue parte del combo, cuando los Guns and Roses estaban de moda, cursaba los primeros años de la escuela y mis horizontes musicales no iban más allá de la música de Jugate conmigo” y los casettes de Horacio y Gabriela. Recuerdo a Javier Brum, un amiguito de por aquel entonces que era fanático de los Guns, incluso tenía una camiseta con la cara de Axl Rose. Prácticamente no he sabido nada de él en los últimos doce años, pero por lo que tengo entendido, Oasis es el rock más pesado que toleran sus oídos. Comencé a escuchar a los Guns ya entrada la adolescencia, un poco por medio de amigos con hermanos mayores que si habían vivido sus años mozos durante la edad dorada de las huestes de Axl y otro tanto gracias al pequeño revival que tuvieron con la publicación del disco “Live Era 87-93” allá por 1999.
Yendo al tema del concierto propiamente dicho, el primer elogio de la noche se lo lleva Sebastian Bach. La verdad que meritorio lo suyo, logró comprarse a una audiencia que en un primer momento lo veía como una molestia a tolerar antes de ver a los Guns and Roses. Es cierto que el músico canadiense (quien aparentemente es una leyenda del rock norteamericano), fue un Don Juan sin escrúpulos que le juró amor eterno al público uruguayo, aún sabiendo que le será infiel con la próxima escala de la gira. Mientras que quienes nos encontrábamos esa noche en el Centenario, nos comportamos como una quinceañera ilusa dispuesta a creerse todas aquellas mentiras, pero el rock tiene mucho de revolcones de una noche y más bien escasea en matrimonios que duran toda la vida.
La actuación de los Guns and Roses, fue como dije anteriormente a tres cuartos de maquina, pero no dejaron de ser los Guns and Roses. Y si bien es cierto que que de los miembros originales solo quedan Axl y Dizzy Reed, los nuevos músicos tocan muy bien, en especial el guitarrista DJ Ashba que sale muy airoso del reto que significa estar en el lugar de Slash, sólo en algunos momentos del solo de “Sweet child o'mine” y en la introducción de “You could be mine”se notó de que no se trataba del legendario violero.
Algunos amigos decidieron no ir porque entienden que no vale la pena gastar dinero para ir a ver a una banda en decadencia. Mi forma de ver las cosas es distinta, la decadencia de una banda se da más que nada a nivel creativo en la capacidad de interpretar música. Por lo tanto una conjunto de rock que viene en cuesta abajo, aún puede tocar sus viejos éxitos tal y como lo hacia antes. En ese sentido podría decir que por momentos era posible cerrar los ojos e imaginar que se estaba en en un concierto del “Use Your Illusion Tour” cuando parecía que iban a volverse los dueños del mundo. Respecto a los temas nuevos me parecieron que estaban buenos, al menos de primera oída en un concierto en vivo. Lo que si falló fue la voz de Axl Rose, que en varios momentos costaba oírlo, no sé si era problema de ecualización, la distancia en la que estaba o su voz, el tema que para mi disfrute del concierto fue un punto en contra.
En una brevisíma reseña del concierto que subió mi amigo Jorge Alfonso al facebook interpreta el hecho de que Axl Rose haya mostrado un par de veces la banda uruguaya en el concierto como una demagogia. Eso lo tomé más bien como parte del protocolo rockero (si es que algo puede caber), de la misma manera que cuando un jefe de estado extranjero llega al país, se reúne con el Presidente y le rinde homenaje a Artigas depositando un arreglo floral en la estatua de la Plaza Independencia. Un rocker de gira, muestra en escenario la bandera del país donde se encuentra. Si me pareció demagogia en el caso de Sebastian Bach, porque no pasaban más de tres canciones sin que agarrara la bandera uruguaya.
Por mi parte no me gustó la actitud de los Guns de retrasar el concierto dos horas y media, dando comienzo a eso de la 1:20 y terminando a las cuatro y pico, un jueves a la noche. Entiendo que la estrella de rock es un espécimen esencialmente nocturno, que nunca se levanta más temprano del mediodía, pero la mayoría de quienes fuimos a ver el concierto, somo o estudiantes o laburantes que tenemos que levantarnos temprano al día siguiente y una banda se debe a su publico. No sé, quizás sea demasiado pedir que una banda de rock de los Estados Unidos, tengo un poco de comprención hacia los trabajadores uruguayos.
Finalmente me quedé con las ganas de verlos tocar “Civil War”, “Dust n' bones” “You're crazy” y “Move to the city” pero bueno, eso tiene que ver más con mis gustos personales.

viernes, 26 de febrero de 2010

Un nuevo fracaso del carnaval uruguayo: los charrúas



La pólemica cultural del momento tiene a mi entender aristas surrealistas. Por lo que tengo entendido la cosa viene así “Agarrate Catalina” una de las pocas murgas que tiene el mérito de hacer reir en el carnaval uruguayo tiene un cuplé sobre los charrúas en los que se los presenta como un pueblo sin cultura y que no aportaron nada al desarrollo general de la raza humana. Lo cual mereció una carta de la asociación de descendentes de charrúas en la que califican al cuplé de falto a la verdad y racistas. La verdad que no he visto el cuplé así que no puedo opinar en sí sobre su contenido, a las que se ha sumado las críticas de un respetado antropológo especialista en el tema. Si hago fé de lo que dice una columna de “La Diaria” salida el 24 de Febrero, estas afirmaciones están hechas en un contexto que da a entender que se trata de una ironía. A decir verdad, me sorprendería bastante que “Agarrate Catalina” hiciera una alegoría del racismo, se trata de una murga comprometida con los valores de izquierda y muy consciente de lo que hace. Pero como he dicho, no he visto el cuplé así que no puedo opinar del mismo. Si puedo opinar sobre toda esta situación. Si me apuran mi primera reacción es preguntarme ¿No tiene nada mejor que hacer esta gente que ponerse a criticar públicamente a una murga? Pensándolo bien. ¿No tienen nada mejor que hacer que formar una asociación de descendientes de charrúas?
Vamos por partes y antes que nada quiero aclarar algunos puntos. Una cultura es a mi entender algo muy parecido a una vida humana, cada vida es única e irrepetible, que merece respeto y ser preservada. De la misma que el asesinato es un crimen abominable, lo es el exterminio de una cultura. Quizás es más condenable aún porque generalmente implica el asesinato sistemático de miles o millones de vida.
Eso no significa que uno no pueda hacer valoraciones de distintas culturas, así como uno hace valoraciones de las personas que conoce y decide que fulano es buena gente y que sultano es un tranfuga delincuente y mejor no tener nada que ver con él. Son sólo valoraciones subjetivas que de hecho hacemos, normalmente nadie mata a otra persona porque le cae antipático o le parece mala gente. Las valoraciones pueden ser desde el punto de vista moral por así decirlo o de cuanto han aportado a la cultura humana en general, lo cual no necesariamente va de la mano. Piénsenlo de esta manera, salvo quizás alguna excepción, mis amigos (a los que considero muy buena personas, sino no serían mis amigos), pasarán por este mundo sin más legado que haber compartido buenos momentos y haber hecho a alguien feliz, sin embargo son para mi todos muy buena gente, que es posiblemente el mejor mérito que podemos tener en esta vida. A su vez la historia recuerda a muchos artistas, pensadores,científicos que la verdad hay que reconocerles el valiosísimo aporte que nos han dejado, pero que como seres humanos fueron verdaderos crápulas. También hay culturas, por más sencillas y precarias que sean, que tienen algo que enseñarnos a nivel moral, como hay sofísticadas culturas que mucho han aportado a la humanidad pero que quizás se hayan quedado un poco cortas en ese plano.
Por supuesto que con las culturas el tema es más complejo, primero porque pertenecer a un grupo humano tan grande no te da carnet de buena gente ni significa que automáticamente seas un sorete. Segundo porque cada cultura tiene sus sistemas de valores que nunca va a ser del todo comprensible o compartido para otra cultura. Toda cultura va a tener para quien la vea desde afuera cosas que le van aparecer deplorable o al menos discutibles. Me confieso un admirador de la cultura China, sus cinco mil años de conocimiento acumulado, su literatura, su filosofía, su gastronomía, su arquitectura. Pero también tiene cosas que no me parecen para nada positivas, aún hoy en día es una cultura machista, donde el trabajo infantil es considerado algo normal, con jerarquías familiares muy rígidas y donde la vida humana tiene un valor muy escaso. Seguramente un chino diría que los uruguayos no respetamos a nuestros ancianos, que somos holgazanes, irrespetuosos y egoístas.
De la forma que los grupos re vindicadores construyen a los charrúas, estos parecen ser la respuesta ética y moral que el Uruguay necesita, sin que hayan tenido un solo aspecto, una sola práctica que nosotros no podamos compartir. No soy un entendido de la cultura charrúa, pero estoy seguro, que algo malo a los ojos de los uruguayos debían tener, se me ocurren algunas posibilidades como pueden ser canibalismo, sacrificios humanos, ritos de iniciación que implicaban mutilaciones o relaciones sexuales forzadas, asesinato de niños “defectuosos”, etc.
Supongamos que un estudio arquelógico de la máxima seriedad concluye que los charrúas eran caníbales, podría apostar que los grupos revindicadores saldrían a replicar que es una investigación tendenciosa, falta a la verdad y esgrimiría una serie de argumentos éticos por los cuales los charrúas no se comían a la gente. ¿Pero no es justamente imperialismo cultural intentar que otra cultura encaje dentro de nuestros propios valores morales?
Tampoco termino de entender esa forma de construir la historia en la cual los charrúas son los antecesores de los uruguayos. Esa concepción estaría implicando más o menos que desde el momento en que emergieron los continentes existió una porción de tierra destinada a ser Uruguay y por lo tanto todo ser vivo que vivió en este pedazo del mundo fue uruguayo o antecesor del Uruguay. A su vez implicaría que una vez fundado el Uruguay como tal, este está destinado a existir hasta el fin de los tiempos, cuando lo cierto es que los pueblos y los países, son producto del devenir de los tiempos y como tal perecen en algún momento. Siguiendo esa lógica tendríamos protozoarios uruguayos, dinosaurios uruguayos, perezosos gigantes uruguayos y por supuesto, charrúas uruguayos. Argumento que se ha usado en esta dirección son los nuevos estudios genéticos que parece revelar que un alto porcentaje del país tiene ascendencia indígena, lo que corroboraría la idea del charrúa uruguayo. Sin embargo olvidan de que la humana es una de las especies animales más uniformes desde el punto de viste génetico y que por lo tanto las diferencias géneticas entre una pueblo y otro son en los hechos insignificantes.
Más importante aún es que cultura no es lo que heredamos en nuestro ADN sino justamente aquellos que adquirimos de nuestros semejantes por aprendizaje. El hecho de tener algunos genes charrúas, resulta irrelevante, la cultura charrúa fue vilmente erradicada de la faz de la tierra y a lo sumo quedarán de ella algunos pocos vestigios. No se trata ni por arrimo de una situación como la de los guaraníes en Paraguay y los incas de Perú, donde hay un importante porcentaje de la población que no sólo tiene ascendencia genetica de estos pueblos, sino más importante aún, conserva en gran medida su cultura.
¿Por qué entonces un grupo de personas decide crear una asociación de descendientes de charrúas para revindicar esta causa? Para empezar creo que hay determinadas estructuras psicológicas que necesitan una causa que les de sentido a su vida con las que terminarán fanatizándose. La religión sería en muchos casos la opción más natural pero no cuenta con muchas simpatías entre quienes han recibido una formación de izquierda, el comunismo ha perdido bastante atractivo desde 1991 y un cuadro de fútbol sólo es una alternativa convincente para gente de escaso vuelo intelectual. Con semejante perspectiva, luchar por los derechos de un pueblo extinto empieza a volverse una alternativa viable.
Para los adeptos a las ideologías de izquierda, sumarse a la causa charrúa puede presentar algunos atractivos. En primer lugar vincularse a una cultura originaria es romper los lazos con la cultura europea, que es capitalista y opresora, de alguna modo, es una forma de liberarse del pecado original europeo. A su vez hay implícito un paralelismo entre la resistencia al imperialismo español que presentaron los charrúas y la resistencia al imperialismo norteamericano de la izquierda latinoamericana. Olvidan por su parte, que las ideologías de izquierda y todos los conceptos que acarrean, son un producto histórico de la cultura occidental, que otras culturas han podido en mayor o menor medida asimilar en la medida que fueron influenciadas por la cultura occidental. El hecho es que para ser de izquierda, hay que tener en cierta medida una matriz de pensamiento europea.
Otro atractivo es que poco y nada se sabe de los charrúas, por lo tanto la cultura charrúa pasa a ser un gran espacio vacío que se puede rellenar a gusto de quien lo esté viendo. Para muchos de estos militantes, la sociedad charrúa era casi idílica, estaban en perfecta comunión con la naturaleza y no existía explotación ni injusticia. Lo que lleva de alguna manera al siguiente razonamiento, si los uruguayos alguna tuvimos una sociedad utópica, es entonces posible volver a tenerla. El razonamiento hace aguas por donde se lo mire. Para empezar que como ya he dicho anteriormente resulta bastante traído de los pelos establecer una continuidad entre la cultura charrúa y la uruguaya. Siguiendo con que la idealización de los charrúas como de otros pueblos originarios es una ficción que muchas veces tiene incluso un tinte de imperialismo cultural. La idea del “buen salvaje” supone que estos pueblos se encuentran en un estado de inocencia de primordial, de alguna forma permanecen infancia perpetua y por lo tanto deben ser tratados como tal. Desmitificando esa visión recuerden que los incas y los aztecas eran imperios, por definición un imperio es un pueblo que conquista y somete a sus vecinos. Estos imperios no cayeron porque fueran más puros e inocentes que los españoles, cayeron sencillamente porque los españoles contaban con una enorme superioridad en tecnología bélica y sus contendientes no tuvieron tiempo de asimilarla. Volviendo a los charrúas, suelen ser recordados por su coraje en combate y sus espíritu aguerrido, de ser verdad eso, deben haberlo sacado de algún lado. Se me hace difícil de creer que pasaron durante milenios tomando mate lo más tranquilos y cuando llegaron los europeos se les dio por pelear. Por supuesto que revindicar a una cultura es una acción muy loable, el problema es cuando se la revindica en base a falsedades o se le intenta dar un valor mayor a otras culturas.
Finalmente creo que realizar una protesta pública contra una murga, es no entender de que se trata el carnaval. Como expliqué en mi entrada anterior, el carnaval es o debería ser, el momento del año donde nos tomamos determinadas licencias morales y perdemos el sentido de la corrección política. No recuerdo que ninguna agrupación judía haya protestado por tomarse el nazismo y el holocausto a la ligera, cuando hace unos años un grupo de parodistas decidió parodiar “Rescatando al soldado Ryan” y uno de los personajes decía en un momento -”Estamos acá en la playa, pasándola bomba con los nazis.” Tampoco me he enterado que alguna asociación gay haya protestado alguna vez debido al uso y abuso que hacen las agrupaciones de carnaval de los chistes sobre homosexuales y travestís. Cosa que en mi humilde opinión si daría para protestar porque son tan recurrentes en carnaval que creo que implica ya una construcción de imaginario que es jodida. ¿Qué pasa entonces con los charrúas? ¿Tienen coronita? Capaz que son la raza superior, el pueblo elegido para dominar el mundo.

jueves, 11 de febrero de 2010

El fracaso del carnaval uruguayo



La murga ya se presta para todo

Como tal, el carnaval surgió en la edad media. Una costumbre de aquellos tiempos era hacer ayuno o al menos llevar una dieta frugal y vida austera durante los cuarenta días anteriores a la pascua, periodo conocido como la cuaresma. Visto y considerando que gente que le gusta la joda, pasarla bien hubo en todas las épocas y en abundancia, se fue volviendo costumbre tomarse unos días antes del inicio de la cuaresma para atiborrarse de comida, alcohol y otros excesos y de esta forma poder cumplir luego religiosamente con la cuaresma como todo buen cristiano. Hecha la ley, hecha la trampa. Estas jornadas de buena vida anteriores a la cuaresma tuvieron que tener un nombre llegado el momento y desviaciones lingüísticas mediante, terminó llamándose “carnaval”. No tengo una idea muy clara de la etimología del término, lo que sí parece claro es que la palabra “carne” está relacionada. No es de extrañarse, debía consumirse mucha carne en aquellas festividades, además de ocurrir otros tantos sucesos que solemos catalogar como carnales.
Supongo que a la Iglesia Católica no le agradaba demasiado el carnaval, pero lo terminó aceptando. En primer lugar porque por más poderosa que fuera la iglesia, es difícil imponer o erradicar costumbres si el propio pueblo no quiere. En segundo lugar porque algunos miembros de la iglesia se dieron cuenta que era necesario darle a la gente una distensión del rigor cristiano, justamente para poder seguir manteniéndolo. En sí, el carnaval no es una fiesta cristiana, pero está muy ligada al cristianismo, sobre todo a la cultura católica y ortodoxa. Los países de matriz protestante, no suelen festejar carnaval. No es de extrañarse, para muchas iglesias protestantes, la única actividad humana que no es pecado es ganar dinero.
La estrategia de generar una válvula de escape para poder seguir manteniendo una fuerte disciplina no es un invento católico. Prácticamente todas las sociedades han tenido alguna clase de festividad licenciosa que permite seguir manteniendo el orden social. Ejemplo de eso son las Bacanales, griegas y romanas y otras festividades en honor a Dionisio, desconozco el nombre y la naturaleza de festividades de otras culturas, pero es casi una regla antropológica de que toda sociedad tiene alguna celebración de este tipo.
Una característica de esta clase de festividades es el carácter popular de las mismas y de como la estratificación social es invertida mientras dure o al menos suspendida. Las bacanales griegas eran en su principio una fiesta de exclusiva participación femenina, durante el resto del año las mujeres permanecían prácticamente encerradas en su casa y confinadas a determinadas habitaciones de la casa. Una costumbre de varios carnavales era la de coronar a un rey del carnaval, quien es elegido por su aspecto grotesco. Durante las pocas horas de reinado del rey carnavalesco este tenía la potestad de dar ordenes las cual debían ser cumplidas. Uno de los episodios más graciosos del carnaval era ver a nobles, obispos o incluso al verdadero Rey haciendo tareas como barrer o lavar los pies del monarca del carnaval. Los sofisticados disfraces y máscaras del carnaval veneciano, tenían el objetivo de mantener el anonimato, de esta forma los miembros de la nobleza podían interactuar libremente con el vulgo, ya fuera para festejar sencillamente o dedicarse a asuntos más carnales. Acercándonos en el tiempo y en el espacio, un fenómeno similar se da en el carnaval de Río, donde la primera vedette de una escola de samba puede ser una muchacha de la favela, mientras quien empuja un carro alegórico puede tratarse de un poderoso empresario que recibió ese honor gracias a que ayudó a financiar la escola.
Uruguay como todo país de matriz cultural católica, tiene sus tradición de carnaval que se remonta a los tiempos de la colonia. Es posible suponer que en un principio el carnaval uruguayo, no sé diferenciaba demasiado del español, con gente disfrazada que se paseaba por la calle tomando alcohol y haciendo diabluras. Por relatos de mi padres, sé que era común que los niños se disfrazaran en carnaval. También tengo constancia de que en algún momento era habitual ver a adultos disfrazados, en un libro de historia se cuenta la anécdota de que fue durante el gobierno de José Batlle y Ordóñez que se quitó de la lista de disfraces prohibidos de carnaval el de cura, lo que generó la protesta de la iglesia católica. Desconozco las razones por las cuales la gente dejó de salir por las calles disfrazada en carnaval. Supongo que tiene que ver con ese miedo patológico al ridículo, intrínseco de la sociedad uruguaya. Lo cierto es que todos necesitamos un poco el jugar con ser otro que implica el disfrazarse y como el carnaval no nos permite eso, las fiestas de halloween se han vuelto tan populares últimamente. Otros se sacarán las ganas de disfrazarse en diversos juegos sexuales.
Dentro de las diabluras típicas que se hacían en carnaval, estaba la de tirarle baldazos de agua a la gente. Como en el sur carnaval cae en verano, una guerra de agua resulta una divertida forma de refrescarse, así que se volvió toda una institución. Claro que ha medida en que Montevideo fue perdiendo sus proporciones de pueblito y comenzó a ser una wannabe de metropolis, la gente se fue poniendo cada vez más susceptible y paranoica. Ahora salir a la calle a tirar bombitas de agua es exponerse a que un auto te pase por encima o que algún grupo de planchas mal humorados te llenen a patadas. La costumbre se ha trasladado a fin de año, donde se tira agua desde las oficinas de la Ciudad Vieja. Así cualquiera es vivo, tirarle agua a la gente desde la protección que da estar en un segundo o cuarto piso. Tengo entendido que en el interior aún es común las guerras de agua en el carnaval, claro ahí suele haber un ambiente un poco más amigable.
El elemento más original y característico del carnaval uruguayo, no viene precisamente de la tradición carnavalesca europea sino de los ritos animistas africanos. No es de extrañar que las autoridades coloniales les permitieran a los esclavos salir a tocar y bailar su música típica justamente en carnaval. Si carnaval es la fiesta donde se permite lo que el resto del año no está permitido ¿por qué no liberar durante estos días a los esclavos? A las pocas décadas de ganada su independencia, Uruguay abolió la esclavitud y los negros pasaron a ser hombres libres, teóricamente tenían derecho a salir a tamborilear cuando se les ocurriera. Teóricamente, ya que Uruguay era un país que soñaba con ser lo más europeo posible y si bien un programa masivo de exterminio iba contra los fundamentos de la democracia institucional, a los negros había que mantenerlos lo más lejos posible, lejos del poder político y económico, lejos de los lugares céntricos de la ciudad y permitirles la menor cantidad de manifestaciones culturales posible.
Por aquellos tiempos el candombe debía ser la vergonzosa mancha africana en el Uruguay soñado que por supuesto, era impoluto y europeo. Las llamadas eran entonces un acto de resistencia cultural, él único lugar por donde se filtraba el agua y que por lo tanto era aprovechado al máximo. Pero en el transcurso del siglo XX la situación fue cambiando. Primero fue el reconocimiento a la cultura negra uruguaya hecha en la obra pictórica de un respetado abogado y político llamado Pedro Figari. Luego fue el prestigio alcanzado internacionalmente por el jazz, blues y rock, géneros de claro origen negro lo que hizo pensar que quizás Uruguay tuviera algo que dar al respecto. Varios años después llegó la consagración de músicos de candombe como el Ruben Rada y Jaime Ross. Finalmente llegó el Frente Amplio a la Intendencia de Montevideo e hizo de la murga y el candombe el las puntas de lanza de su política cultural.
El candombe se ha ganado hoy en día un lugar dentro de la cultura uruguaya, cosa que me parece justa ya que es nuestra forma musical más original y quizás más interesante. Pero eso mismo la expulsa del carnaval. El carnaval debería ser el lugar que tienen todas aquellas manifestaciones culturales consideradas demasiado vulgares para ser cultura. Lo cierto es que el candombe como tal ha trascendido el carnaval, en cualquier momento del año y en cualquier lugar de la ciudad, pueden verse cuerdas de tambores tocando por el simple placer de hacerlo, más allá de que salgan o no en carnaval. Como tal en candombe se encuentra actualmente en una encrucificada o asumir su lugar como un manifestación cultural mayor e iniciar el camino de la experimentación e innovación que eso conlleva o mantenerse vinculado al carnaval y permanecer siempre igual a través de los siglos hasta que en algún momento perezca.
La tercera manifestación típica del carnaval uruguayo llegó de España, esta vez con segunda ola inmigratoria que se produjo a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Para aquellos nacionalistas ilusos, la murga no surgió en Uruguay por generación cultural espontánea, sino que fue importada de España donde tienen su propia versión de la murga. No tengo muy claro como son las cosas del otro lado del Atlántico, pero aparentemente la murga española es un conjunto de cantantes no muy formal, que entona diversas coplas satíricas respecto a la situación social, personajes poderosos, etc. Para quienes no me creen, pueden leer la trilogía “Los gozos y las sombras” de Gonzalo Torrente Ballester que aparte de ser una de las mejores novelas españolas del siglo XX, tiene un episodio donde una murga gallega se burla de uno de los personajes principales. La murga española cumplía con tres funciones, históricamente España ha tenido gobiernos autoritarios y la murga como tal era una de las pocas instancias donde se podían expresar opiniones contrarias al régimen. A su vez estas opiniones eran escritas y cantadas por ciudadanos de a pie no por doctores universitarios. Finalmente la murga era la instancia donde se permitía un humor más soez del considerado adecuado para el teatro y otros espacios públicos.
En Uruguay la murga fue teniendo una evolución distinta pero estas tres funciones se cumplieron bastante bien. Es cierto que los uruguayos hemos tenido en general más libertades que los españoles, pero eso no significa que cualquiera pudiera manifestar su opinión por la prensa y que el humor soez fuera adecuado para cualquier circunstancia. No es lo mismo la crítica que le iba a ser a Luis Batlle Berres el diario del Partido Comunista que la que le podía hacer una murga.
Sin embargo con el tiempo la murga fue perdiendo mucho de su sentido original. Primero vino la dictadura, la murga como tal fue una de las primeras manifestaciones por las cuales se empezaron a colar voces críticas, signos de resistencia. El problema es que desde entonces la murga quedó atada a la política, en especial a la izquierda, perdió en gran medida su carácter de burla y de entretenimiento para pasar hacer de denuncia. La murga se volvió un recordatorio de los detenidos-desaparecidos, de la pobreza, de los exiliados, aquello que debería hacernos reír terminó por entristecernos.
Luego vino Tinelli por así decirlo, para bien o para mal los medios de comunicación fueron cambiando, lo soez fue teniendo su espacio y dejó de ser monopolio del carnaval, la clase de chistes que había que esperar a Febrero para oír, ahora se escuchan durante todo el año. Estos mismos medios de comunicación fueron desarrollando mecanismos por el cual el espectador tiene más participación o al menos así lo siente. Ya sea mediante llamadas, encuestas telefónicas o foros de opinión online, la gente siente que se expresa y da a conocer su parecer.
El tercer fenómeno que ha conspirado contra la naturaleza de la murga es su profecionalización. Por lo que tengo entendido, el carnaval de hace cincuenta años llenaba la ciudad de tablados en las que actuaban murgas que eran más o menos conjuntos de vecinos asociados a instituciones barriales como clubes deportivos o parroquias. El número de tablados se ha ido reduciendo con el correr de las décadas a la vez que la murga se ha vuelto más profesional, nadie se sube a un tablado sino tiene cierta formación actoral o músical. No tengo dudas de que este fenómeno ha mejorado la calidad artística de los espectáculos, pero al costo de sacrificar la participación popular. Las grandes masas debieron conformarse con su función de público o permanecer en los margenes del carnaval con certámenes como murga joven. El carnaval se convirtió en gran medida en un simple festival de teatro con entradas populares.
Al igual que con el candombe, al murga se ha vuelto un poco el estandarte cultural del gobierno del Frente en Montevideo. Esto ha puesto en la murga en una situación complicada ya que es de esperarse que la murga fuera crítica con el poder político y por más que el Frente Amplio fue hasta el 2005 el partido de oposición, formaba parte del poder político. Una crítica muy común que se la ha hecho a algunas murgas es que son un instrumento de publicidad del Frente Amplio. El triunfo de la izquierda ha obligado a muchos conjuntos de murga a evolucionar. Algunos se han vuelto críticos con la izquierda, otros se burlan de los manerismos de sus políticos, finalmente otras agrupaciones han seguido lo que quizás sea el camino más interesante, explorar nuevas temáticas.
Mientras tanto la murga ha quedado en un punto ambiguo, e intermedio, tiene niveles de producción en lo que refiere vestimenta, arreglo musicales y calidad de actuación que en muchos casos poco tiene que envidiarle a otras manifestaciones teatrales y demuestra la ambición de convertirse en una género artístico con mayúscula, si es que algo así existe. Pero a su vez sigue apostando al recurso fácil, al clisé, al golpe emocional bajo, lo que conspira contra su calidad artística.
Muchos en Uruguay se enorgullecen por tener el carnaval más largo del mundo, sin darse cuenta de la contradicción que eso significa. Ninguna sociedad podría soportar casi dos meses al año en que sus reglas quedan suspendidas. ¿Por qué el carnaval uruguayo ha evolucionado hasta volverse una muestra de teatro que dura un par de meses y dejar de ser unas pocas jornadas de licencia y excesos? Ignoro, pero esta pregunta es la clave y el signo de su fracaso.

jueves, 14 de enero de 2010

De los desvanecimientos



Todo debería desvanecerse, lenta, suavemente, sin violencia. Disiparse en el aire, hacerse átomos de la nada. Volverse parte de todo, en armonía, oscilar en vibraciones cósmicas. Ser evocador como una brisa de verano, estar allí, aquí y en ninguna parte. Acompañarnos sutilmente, acariciarnos sin que apenas lo percibamos. Etéreas y efímeras como palabras, perderse en el viento y sin embargo, dejarnos su música entre labios. 
       Adormecidos como el sol de la siesta, desvanecernos  nosotros. En somnolienta conciencia, aligerarnos. Lenta e indoloramente, despojarnos de fronteras, ser ya infinitos y sin limitaciones. Por primera vez, comunicarnos con los otros, ser uno con ellos y ellos uno con nosotros. Calmarnos, compartir una única cadencia, y trascender.