viernes, 26 de febrero de 2010

Un nuevo fracaso del carnaval uruguayo: los charrúas



La pólemica cultural del momento tiene a mi entender aristas surrealistas. Por lo que tengo entendido la cosa viene así “Agarrate Catalina” una de las pocas murgas que tiene el mérito de hacer reir en el carnaval uruguayo tiene un cuplé sobre los charrúas en los que se los presenta como un pueblo sin cultura y que no aportaron nada al desarrollo general de la raza humana. Lo cual mereció una carta de la asociación de descendentes de charrúas en la que califican al cuplé de falto a la verdad y racistas. La verdad que no he visto el cuplé así que no puedo opinar en sí sobre su contenido, a las que se ha sumado las críticas de un respetado antropológo especialista en el tema. Si hago fé de lo que dice una columna de “La Diaria” salida el 24 de Febrero, estas afirmaciones están hechas en un contexto que da a entender que se trata de una ironía. A decir verdad, me sorprendería bastante que “Agarrate Catalina” hiciera una alegoría del racismo, se trata de una murga comprometida con los valores de izquierda y muy consciente de lo que hace. Pero como he dicho, no he visto el cuplé así que no puedo opinar del mismo. Si puedo opinar sobre toda esta situación. Si me apuran mi primera reacción es preguntarme ¿No tiene nada mejor que hacer esta gente que ponerse a criticar públicamente a una murga? Pensándolo bien. ¿No tienen nada mejor que hacer que formar una asociación de descendientes de charrúas?
Vamos por partes y antes que nada quiero aclarar algunos puntos. Una cultura es a mi entender algo muy parecido a una vida humana, cada vida es única e irrepetible, que merece respeto y ser preservada. De la misma que el asesinato es un crimen abominable, lo es el exterminio de una cultura. Quizás es más condenable aún porque generalmente implica el asesinato sistemático de miles o millones de vida.
Eso no significa que uno no pueda hacer valoraciones de distintas culturas, así como uno hace valoraciones de las personas que conoce y decide que fulano es buena gente y que sultano es un tranfuga delincuente y mejor no tener nada que ver con él. Son sólo valoraciones subjetivas que de hecho hacemos, normalmente nadie mata a otra persona porque le cae antipático o le parece mala gente. Las valoraciones pueden ser desde el punto de vista moral por así decirlo o de cuanto han aportado a la cultura humana en general, lo cual no necesariamente va de la mano. Piénsenlo de esta manera, salvo quizás alguna excepción, mis amigos (a los que considero muy buena personas, sino no serían mis amigos), pasarán por este mundo sin más legado que haber compartido buenos momentos y haber hecho a alguien feliz, sin embargo son para mi todos muy buena gente, que es posiblemente el mejor mérito que podemos tener en esta vida. A su vez la historia recuerda a muchos artistas, pensadores,científicos que la verdad hay que reconocerles el valiosísimo aporte que nos han dejado, pero que como seres humanos fueron verdaderos crápulas. También hay culturas, por más sencillas y precarias que sean, que tienen algo que enseñarnos a nivel moral, como hay sofísticadas culturas que mucho han aportado a la humanidad pero que quizás se hayan quedado un poco cortas en ese plano.
Por supuesto que con las culturas el tema es más complejo, primero porque pertenecer a un grupo humano tan grande no te da carnet de buena gente ni significa que automáticamente seas un sorete. Segundo porque cada cultura tiene sus sistemas de valores que nunca va a ser del todo comprensible o compartido para otra cultura. Toda cultura va a tener para quien la vea desde afuera cosas que le van aparecer deplorable o al menos discutibles. Me confieso un admirador de la cultura China, sus cinco mil años de conocimiento acumulado, su literatura, su filosofía, su gastronomía, su arquitectura. Pero también tiene cosas que no me parecen para nada positivas, aún hoy en día es una cultura machista, donde el trabajo infantil es considerado algo normal, con jerarquías familiares muy rígidas y donde la vida humana tiene un valor muy escaso. Seguramente un chino diría que los uruguayos no respetamos a nuestros ancianos, que somos holgazanes, irrespetuosos y egoístas.
De la forma que los grupos re vindicadores construyen a los charrúas, estos parecen ser la respuesta ética y moral que el Uruguay necesita, sin que hayan tenido un solo aspecto, una sola práctica que nosotros no podamos compartir. No soy un entendido de la cultura charrúa, pero estoy seguro, que algo malo a los ojos de los uruguayos debían tener, se me ocurren algunas posibilidades como pueden ser canibalismo, sacrificios humanos, ritos de iniciación que implicaban mutilaciones o relaciones sexuales forzadas, asesinato de niños “defectuosos”, etc.
Supongamos que un estudio arquelógico de la máxima seriedad concluye que los charrúas eran caníbales, podría apostar que los grupos revindicadores saldrían a replicar que es una investigación tendenciosa, falta a la verdad y esgrimiría una serie de argumentos éticos por los cuales los charrúas no se comían a la gente. ¿Pero no es justamente imperialismo cultural intentar que otra cultura encaje dentro de nuestros propios valores morales?
Tampoco termino de entender esa forma de construir la historia en la cual los charrúas son los antecesores de los uruguayos. Esa concepción estaría implicando más o menos que desde el momento en que emergieron los continentes existió una porción de tierra destinada a ser Uruguay y por lo tanto todo ser vivo que vivió en este pedazo del mundo fue uruguayo o antecesor del Uruguay. A su vez implicaría que una vez fundado el Uruguay como tal, este está destinado a existir hasta el fin de los tiempos, cuando lo cierto es que los pueblos y los países, son producto del devenir de los tiempos y como tal perecen en algún momento. Siguiendo esa lógica tendríamos protozoarios uruguayos, dinosaurios uruguayos, perezosos gigantes uruguayos y por supuesto, charrúas uruguayos. Argumento que se ha usado en esta dirección son los nuevos estudios genéticos que parece revelar que un alto porcentaje del país tiene ascendencia indígena, lo que corroboraría la idea del charrúa uruguayo. Sin embargo olvidan de que la humana es una de las especies animales más uniformes desde el punto de viste génetico y que por lo tanto las diferencias géneticas entre una pueblo y otro son en los hechos insignificantes.
Más importante aún es que cultura no es lo que heredamos en nuestro ADN sino justamente aquellos que adquirimos de nuestros semejantes por aprendizaje. El hecho de tener algunos genes charrúas, resulta irrelevante, la cultura charrúa fue vilmente erradicada de la faz de la tierra y a lo sumo quedarán de ella algunos pocos vestigios. No se trata ni por arrimo de una situación como la de los guaraníes en Paraguay y los incas de Perú, donde hay un importante porcentaje de la población que no sólo tiene ascendencia genetica de estos pueblos, sino más importante aún, conserva en gran medida su cultura.
¿Por qué entonces un grupo de personas decide crear una asociación de descendientes de charrúas para revindicar esta causa? Para empezar creo que hay determinadas estructuras psicológicas que necesitan una causa que les de sentido a su vida con las que terminarán fanatizándose. La religión sería en muchos casos la opción más natural pero no cuenta con muchas simpatías entre quienes han recibido una formación de izquierda, el comunismo ha perdido bastante atractivo desde 1991 y un cuadro de fútbol sólo es una alternativa convincente para gente de escaso vuelo intelectual. Con semejante perspectiva, luchar por los derechos de un pueblo extinto empieza a volverse una alternativa viable.
Para los adeptos a las ideologías de izquierda, sumarse a la causa charrúa puede presentar algunos atractivos. En primer lugar vincularse a una cultura originaria es romper los lazos con la cultura europea, que es capitalista y opresora, de alguna modo, es una forma de liberarse del pecado original europeo. A su vez hay implícito un paralelismo entre la resistencia al imperialismo español que presentaron los charrúas y la resistencia al imperialismo norteamericano de la izquierda latinoamericana. Olvidan por su parte, que las ideologías de izquierda y todos los conceptos que acarrean, son un producto histórico de la cultura occidental, que otras culturas han podido en mayor o menor medida asimilar en la medida que fueron influenciadas por la cultura occidental. El hecho es que para ser de izquierda, hay que tener en cierta medida una matriz de pensamiento europea.
Otro atractivo es que poco y nada se sabe de los charrúas, por lo tanto la cultura charrúa pasa a ser un gran espacio vacío que se puede rellenar a gusto de quien lo esté viendo. Para muchos de estos militantes, la sociedad charrúa era casi idílica, estaban en perfecta comunión con la naturaleza y no existía explotación ni injusticia. Lo que lleva de alguna manera al siguiente razonamiento, si los uruguayos alguna tuvimos una sociedad utópica, es entonces posible volver a tenerla. El razonamiento hace aguas por donde se lo mire. Para empezar que como ya he dicho anteriormente resulta bastante traído de los pelos establecer una continuidad entre la cultura charrúa y la uruguaya. Siguiendo con que la idealización de los charrúas como de otros pueblos originarios es una ficción que muchas veces tiene incluso un tinte de imperialismo cultural. La idea del “buen salvaje” supone que estos pueblos se encuentran en un estado de inocencia de primordial, de alguna forma permanecen infancia perpetua y por lo tanto deben ser tratados como tal. Desmitificando esa visión recuerden que los incas y los aztecas eran imperios, por definición un imperio es un pueblo que conquista y somete a sus vecinos. Estos imperios no cayeron porque fueran más puros e inocentes que los españoles, cayeron sencillamente porque los españoles contaban con una enorme superioridad en tecnología bélica y sus contendientes no tuvieron tiempo de asimilarla. Volviendo a los charrúas, suelen ser recordados por su coraje en combate y sus espíritu aguerrido, de ser verdad eso, deben haberlo sacado de algún lado. Se me hace difícil de creer que pasaron durante milenios tomando mate lo más tranquilos y cuando llegaron los europeos se les dio por pelear. Por supuesto que revindicar a una cultura es una acción muy loable, el problema es cuando se la revindica en base a falsedades o se le intenta dar un valor mayor a otras culturas.
Finalmente creo que realizar una protesta pública contra una murga, es no entender de que se trata el carnaval. Como expliqué en mi entrada anterior, el carnaval es o debería ser, el momento del año donde nos tomamos determinadas licencias morales y perdemos el sentido de la corrección política. No recuerdo que ninguna agrupación judía haya protestado por tomarse el nazismo y el holocausto a la ligera, cuando hace unos años un grupo de parodistas decidió parodiar “Rescatando al soldado Ryan” y uno de los personajes decía en un momento -”Estamos acá en la playa, pasándola bomba con los nazis.” Tampoco me he enterado que alguna asociación gay haya protestado alguna vez debido al uso y abuso que hacen las agrupaciones de carnaval de los chistes sobre homosexuales y travestís. Cosa que en mi humilde opinión si daría para protestar porque son tan recurrentes en carnaval que creo que implica ya una construcción de imaginario que es jodida. ¿Qué pasa entonces con los charrúas? ¿Tienen coronita? Capaz que son la raza superior, el pueblo elegido para dominar el mundo.

jueves, 11 de febrero de 2010

El fracaso del carnaval uruguayo



La murga ya se presta para todo

Como tal, el carnaval surgió en la edad media. Una costumbre de aquellos tiempos era hacer ayuno o al menos llevar una dieta frugal y vida austera durante los cuarenta días anteriores a la pascua, periodo conocido como la cuaresma. Visto y considerando que gente que le gusta la joda, pasarla bien hubo en todas las épocas y en abundancia, se fue volviendo costumbre tomarse unos días antes del inicio de la cuaresma para atiborrarse de comida, alcohol y otros excesos y de esta forma poder cumplir luego religiosamente con la cuaresma como todo buen cristiano. Hecha la ley, hecha la trampa. Estas jornadas de buena vida anteriores a la cuaresma tuvieron que tener un nombre llegado el momento y desviaciones lingüísticas mediante, terminó llamándose “carnaval”. No tengo una idea muy clara de la etimología del término, lo que sí parece claro es que la palabra “carne” está relacionada. No es de extrañarse, debía consumirse mucha carne en aquellas festividades, además de ocurrir otros tantos sucesos que solemos catalogar como carnales.
Supongo que a la Iglesia Católica no le agradaba demasiado el carnaval, pero lo terminó aceptando. En primer lugar porque por más poderosa que fuera la iglesia, es difícil imponer o erradicar costumbres si el propio pueblo no quiere. En segundo lugar porque algunos miembros de la iglesia se dieron cuenta que era necesario darle a la gente una distensión del rigor cristiano, justamente para poder seguir manteniéndolo. En sí, el carnaval no es una fiesta cristiana, pero está muy ligada al cristianismo, sobre todo a la cultura católica y ortodoxa. Los países de matriz protestante, no suelen festejar carnaval. No es de extrañarse, para muchas iglesias protestantes, la única actividad humana que no es pecado es ganar dinero.
La estrategia de generar una válvula de escape para poder seguir manteniendo una fuerte disciplina no es un invento católico. Prácticamente todas las sociedades han tenido alguna clase de festividad licenciosa que permite seguir manteniendo el orden social. Ejemplo de eso son las Bacanales, griegas y romanas y otras festividades en honor a Dionisio, desconozco el nombre y la naturaleza de festividades de otras culturas, pero es casi una regla antropológica de que toda sociedad tiene alguna celebración de este tipo.
Una característica de esta clase de festividades es el carácter popular de las mismas y de como la estratificación social es invertida mientras dure o al menos suspendida. Las bacanales griegas eran en su principio una fiesta de exclusiva participación femenina, durante el resto del año las mujeres permanecían prácticamente encerradas en su casa y confinadas a determinadas habitaciones de la casa. Una costumbre de varios carnavales era la de coronar a un rey del carnaval, quien es elegido por su aspecto grotesco. Durante las pocas horas de reinado del rey carnavalesco este tenía la potestad de dar ordenes las cual debían ser cumplidas. Uno de los episodios más graciosos del carnaval era ver a nobles, obispos o incluso al verdadero Rey haciendo tareas como barrer o lavar los pies del monarca del carnaval. Los sofisticados disfraces y máscaras del carnaval veneciano, tenían el objetivo de mantener el anonimato, de esta forma los miembros de la nobleza podían interactuar libremente con el vulgo, ya fuera para festejar sencillamente o dedicarse a asuntos más carnales. Acercándonos en el tiempo y en el espacio, un fenómeno similar se da en el carnaval de Río, donde la primera vedette de una escola de samba puede ser una muchacha de la favela, mientras quien empuja un carro alegórico puede tratarse de un poderoso empresario que recibió ese honor gracias a que ayudó a financiar la escola.
Uruguay como todo país de matriz cultural católica, tiene sus tradición de carnaval que se remonta a los tiempos de la colonia. Es posible suponer que en un principio el carnaval uruguayo, no sé diferenciaba demasiado del español, con gente disfrazada que se paseaba por la calle tomando alcohol y haciendo diabluras. Por relatos de mi padres, sé que era común que los niños se disfrazaran en carnaval. También tengo constancia de que en algún momento era habitual ver a adultos disfrazados, en un libro de historia se cuenta la anécdota de que fue durante el gobierno de José Batlle y Ordóñez que se quitó de la lista de disfraces prohibidos de carnaval el de cura, lo que generó la protesta de la iglesia católica. Desconozco las razones por las cuales la gente dejó de salir por las calles disfrazada en carnaval. Supongo que tiene que ver con ese miedo patológico al ridículo, intrínseco de la sociedad uruguaya. Lo cierto es que todos necesitamos un poco el jugar con ser otro que implica el disfrazarse y como el carnaval no nos permite eso, las fiestas de halloween se han vuelto tan populares últimamente. Otros se sacarán las ganas de disfrazarse en diversos juegos sexuales.
Dentro de las diabluras típicas que se hacían en carnaval, estaba la de tirarle baldazos de agua a la gente. Como en el sur carnaval cae en verano, una guerra de agua resulta una divertida forma de refrescarse, así que se volvió toda una institución. Claro que ha medida en que Montevideo fue perdiendo sus proporciones de pueblito y comenzó a ser una wannabe de metropolis, la gente se fue poniendo cada vez más susceptible y paranoica. Ahora salir a la calle a tirar bombitas de agua es exponerse a que un auto te pase por encima o que algún grupo de planchas mal humorados te llenen a patadas. La costumbre se ha trasladado a fin de año, donde se tira agua desde las oficinas de la Ciudad Vieja. Así cualquiera es vivo, tirarle agua a la gente desde la protección que da estar en un segundo o cuarto piso. Tengo entendido que en el interior aún es común las guerras de agua en el carnaval, claro ahí suele haber un ambiente un poco más amigable.
El elemento más original y característico del carnaval uruguayo, no viene precisamente de la tradición carnavalesca europea sino de los ritos animistas africanos. No es de extrañar que las autoridades coloniales les permitieran a los esclavos salir a tocar y bailar su música típica justamente en carnaval. Si carnaval es la fiesta donde se permite lo que el resto del año no está permitido ¿por qué no liberar durante estos días a los esclavos? A las pocas décadas de ganada su independencia, Uruguay abolió la esclavitud y los negros pasaron a ser hombres libres, teóricamente tenían derecho a salir a tamborilear cuando se les ocurriera. Teóricamente, ya que Uruguay era un país que soñaba con ser lo más europeo posible y si bien un programa masivo de exterminio iba contra los fundamentos de la democracia institucional, a los negros había que mantenerlos lo más lejos posible, lejos del poder político y económico, lejos de los lugares céntricos de la ciudad y permitirles la menor cantidad de manifestaciones culturales posible.
Por aquellos tiempos el candombe debía ser la vergonzosa mancha africana en el Uruguay soñado que por supuesto, era impoluto y europeo. Las llamadas eran entonces un acto de resistencia cultural, él único lugar por donde se filtraba el agua y que por lo tanto era aprovechado al máximo. Pero en el transcurso del siglo XX la situación fue cambiando. Primero fue el reconocimiento a la cultura negra uruguaya hecha en la obra pictórica de un respetado abogado y político llamado Pedro Figari. Luego fue el prestigio alcanzado internacionalmente por el jazz, blues y rock, géneros de claro origen negro lo que hizo pensar que quizás Uruguay tuviera algo que dar al respecto. Varios años después llegó la consagración de músicos de candombe como el Ruben Rada y Jaime Ross. Finalmente llegó el Frente Amplio a la Intendencia de Montevideo e hizo de la murga y el candombe el las puntas de lanza de su política cultural.
El candombe se ha ganado hoy en día un lugar dentro de la cultura uruguaya, cosa que me parece justa ya que es nuestra forma musical más original y quizás más interesante. Pero eso mismo la expulsa del carnaval. El carnaval debería ser el lugar que tienen todas aquellas manifestaciones culturales consideradas demasiado vulgares para ser cultura. Lo cierto es que el candombe como tal ha trascendido el carnaval, en cualquier momento del año y en cualquier lugar de la ciudad, pueden verse cuerdas de tambores tocando por el simple placer de hacerlo, más allá de que salgan o no en carnaval. Como tal en candombe se encuentra actualmente en una encrucificada o asumir su lugar como un manifestación cultural mayor e iniciar el camino de la experimentación e innovación que eso conlleva o mantenerse vinculado al carnaval y permanecer siempre igual a través de los siglos hasta que en algún momento perezca.
La tercera manifestación típica del carnaval uruguayo llegó de España, esta vez con segunda ola inmigratoria que se produjo a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Para aquellos nacionalistas ilusos, la murga no surgió en Uruguay por generación cultural espontánea, sino que fue importada de España donde tienen su propia versión de la murga. No tengo muy claro como son las cosas del otro lado del Atlántico, pero aparentemente la murga española es un conjunto de cantantes no muy formal, que entona diversas coplas satíricas respecto a la situación social, personajes poderosos, etc. Para quienes no me creen, pueden leer la trilogía “Los gozos y las sombras” de Gonzalo Torrente Ballester que aparte de ser una de las mejores novelas españolas del siglo XX, tiene un episodio donde una murga gallega se burla de uno de los personajes principales. La murga española cumplía con tres funciones, históricamente España ha tenido gobiernos autoritarios y la murga como tal era una de las pocas instancias donde se podían expresar opiniones contrarias al régimen. A su vez estas opiniones eran escritas y cantadas por ciudadanos de a pie no por doctores universitarios. Finalmente la murga era la instancia donde se permitía un humor más soez del considerado adecuado para el teatro y otros espacios públicos.
En Uruguay la murga fue teniendo una evolución distinta pero estas tres funciones se cumplieron bastante bien. Es cierto que los uruguayos hemos tenido en general más libertades que los españoles, pero eso no significa que cualquiera pudiera manifestar su opinión por la prensa y que el humor soez fuera adecuado para cualquier circunstancia. No es lo mismo la crítica que le iba a ser a Luis Batlle Berres el diario del Partido Comunista que la que le podía hacer una murga.
Sin embargo con el tiempo la murga fue perdiendo mucho de su sentido original. Primero vino la dictadura, la murga como tal fue una de las primeras manifestaciones por las cuales se empezaron a colar voces críticas, signos de resistencia. El problema es que desde entonces la murga quedó atada a la política, en especial a la izquierda, perdió en gran medida su carácter de burla y de entretenimiento para pasar hacer de denuncia. La murga se volvió un recordatorio de los detenidos-desaparecidos, de la pobreza, de los exiliados, aquello que debería hacernos reír terminó por entristecernos.
Luego vino Tinelli por así decirlo, para bien o para mal los medios de comunicación fueron cambiando, lo soez fue teniendo su espacio y dejó de ser monopolio del carnaval, la clase de chistes que había que esperar a Febrero para oír, ahora se escuchan durante todo el año. Estos mismos medios de comunicación fueron desarrollando mecanismos por el cual el espectador tiene más participación o al menos así lo siente. Ya sea mediante llamadas, encuestas telefónicas o foros de opinión online, la gente siente que se expresa y da a conocer su parecer.
El tercer fenómeno que ha conspirado contra la naturaleza de la murga es su profecionalización. Por lo que tengo entendido, el carnaval de hace cincuenta años llenaba la ciudad de tablados en las que actuaban murgas que eran más o menos conjuntos de vecinos asociados a instituciones barriales como clubes deportivos o parroquias. El número de tablados se ha ido reduciendo con el correr de las décadas a la vez que la murga se ha vuelto más profesional, nadie se sube a un tablado sino tiene cierta formación actoral o músical. No tengo dudas de que este fenómeno ha mejorado la calidad artística de los espectáculos, pero al costo de sacrificar la participación popular. Las grandes masas debieron conformarse con su función de público o permanecer en los margenes del carnaval con certámenes como murga joven. El carnaval se convirtió en gran medida en un simple festival de teatro con entradas populares.
Al igual que con el candombe, al murga se ha vuelto un poco el estandarte cultural del gobierno del Frente en Montevideo. Esto ha puesto en la murga en una situación complicada ya que es de esperarse que la murga fuera crítica con el poder político y por más que el Frente Amplio fue hasta el 2005 el partido de oposición, formaba parte del poder político. Una crítica muy común que se la ha hecho a algunas murgas es que son un instrumento de publicidad del Frente Amplio. El triunfo de la izquierda ha obligado a muchos conjuntos de murga a evolucionar. Algunos se han vuelto críticos con la izquierda, otros se burlan de los manerismos de sus políticos, finalmente otras agrupaciones han seguido lo que quizás sea el camino más interesante, explorar nuevas temáticas.
Mientras tanto la murga ha quedado en un punto ambiguo, e intermedio, tiene niveles de producción en lo que refiere vestimenta, arreglo musicales y calidad de actuación que en muchos casos poco tiene que envidiarle a otras manifestaciones teatrales y demuestra la ambición de convertirse en una género artístico con mayúscula, si es que algo así existe. Pero a su vez sigue apostando al recurso fácil, al clisé, al golpe emocional bajo, lo que conspira contra su calidad artística.
Muchos en Uruguay se enorgullecen por tener el carnaval más largo del mundo, sin darse cuenta de la contradicción que eso significa. Ninguna sociedad podría soportar casi dos meses al año en que sus reglas quedan suspendidas. ¿Por qué el carnaval uruguayo ha evolucionado hasta volverse una muestra de teatro que dura un par de meses y dejar de ser unas pocas jornadas de licencia y excesos? Ignoro, pero esta pregunta es la clave y el signo de su fracaso.