sábado, 25 de junio de 2011

La dama del hielo


Cuento de hadas que escribí en 2001. La ilustración es de Victoria Francés.

Los caballos estaban cansados, resoplaban, sus trotes era pesados y entreverados. El cielo se oscurecía, tornado lentamente el gris en negro.

La pareja huía del sol que se ponía, como del ejército del siniestro Rey que los perseguía. Emado y Virinia pararon en un cementerio, se acostaron sobre la base de un mausoleo.

  • Estaremos seguros aquí, nadie busca a los vivos entre los muertos.

  • Lo que sea, mañana por estas horas estaremos en Maslasia y ya no temeremos más.

Soñaron sueños de esperanza, cuando el frío de la noche o la dureza del mármol no los llamaban a la vigilia.

El sol del invierno despertó a Emado, sus ojos se despabilaron y a la luz se acostumbraron, no dieron crédito al horror que veían. Dentro de un perfecto prisma de hielo, se encontraba su amada Virinia. Con solo contemplar tan morboso espectáculo, su corazón se congelaba al mismo ritmo con el que cual sentía que su propia vida se le iba. Tanto amor, tantos sueños que confluían en un solo sueño, todo un pasado y el futuro bajo una frío, inhumano e inexplicable hielo.

Su primera reacción fue romper el hielo con su espada, pero no importaba cuanto rompía, se reconstruía. Las esperanzas de que se derritiera, se fueron desvaneciendo, como la agonía de una enfermedad va terminando con una vida.

Vinieron románticas primaveras, calurosos veranos, tristes otoños y helados inviernos, cada uno teñido con un tono de desesperanza más amargo que el anterior.

Emado consultó científicos, hechiceros, brujos de las más extrañas creencias. Leyó el libro de las profecías y aunque reconoció a su amada en uno de los cantos, no pudo comprender como ni cuando terminarían sus penas.

Finalmente se resigno a llorar frente al hielo que tenía prisionero a su amor. Así perdió todo cuidado de si mismo, su aspecto se fue deteriorando. Sus fuertes carnes, dieron lugar a los frágiles huesos, causados por el hambre de quien no quiere comer.

Un día, llego con el sol tan numeroso ejército que la tierra temblaba a su paso. Estaba liderado por un hombre de largas caballeras, dignas de los antiguos emperadores. Montaba el caballo a pelo y con el torso desnudo, mostrando la fuerza de quien no le teme a los crudos inviernos de aquella inhóspita tierra.

  • Salud noble hombre, que llora por amor.

  • ¿Eres tu el glorioso reconquistador quien volverá a unir las tierras reas? ¿O eres Madek mi viejo compañero de armas?

  • Soy ambos a la vez. Pero si tu eres Emado, ella es...

Con una ira tan grande como la gloria al la que esta destinado, el reconquistador, enterró su espada en la estatua del mausoleo. Un grito se escucho desde las extrañas del infierno y un terremoto rompió el hielo que a Virinia inmovilizaba.

Así se cumplió la más espectacular de las profecías sobre el reconquistador. Los mezquinos reyes que sometían la tierra, empezaron a temblar al escuchar su nombre.



martes, 14 de junio de 2011

Tres borrachos


Los tres borrachos en cuestión con el Franchute, esta foto también es de Floresta, aunque de una salida más feliz.

- ¡Hijo de puta! ¡Hijo de puta!

Gritabamos los tres a coro, intentando afinar y manteniendo a duras penas un patrón rítmico. Krosty hacía las veces de maestro de ceremonias.

-San Cayetano, te pedí una mano y no me la diste.

-¡Hijo de puta! ¡Hijo de puta!

La rambla de la Floresta estaba desierta, a no ser por nosotros que blasfemábamos la noche con nuestros cantos. Hacía frío y viento como en cualquier lado de la costa uruguaya una vez que se ha retirado el verano.

-Santa Catalina, te pedí una mina y no me la diste.

-¡Hijo de puta! ¡Hijo de puta!

Como trío deberíamos vernos bastante caricaturescos, Ciro el más alto y desgarbado de los tres, posiblemente el más borracho, caminando como si su altura conspirara para poder mantenerse en pie. Krosty y yo aproximadamente de la misma estatura y similar grado de ebriedad, aunque el alcohol nos despertara distintas facetas. Fue hace diez años, ya. Hacíamos lo que mejor podían hacer unos adolescentes conscientes de que se le está terminando la adolescencia. Unas horas antes, o quizás la noche anterior, Ciro y yo habíamos descubierto que no teníamos nada en común con el resto de nuestros amigos con los que habíamos ido a Floresta y cualquier excusa nos era buena para apartarnos e intentar alejarnos de los enormes conventillos que se estaban armando. Caía la noche cuando nos cruzamos con Krosty, había hecho un sorpresivo cambio de planes y decidió tomarse el fin de semana fuera de Montevideo. Más que como a un amigo lo recibimos como a un salvador, quien hizo que la salida valiera la pena.
Una casa me llamó la atención, quizás era que estuviera más alta que el resto o el caminito de piedra que invitaba a pasar. Llegué hasta la puerta y la señalé.

- Va... vamos a tocar timbre a... a ver si hay al... alguna mina que encare.

Quedamos un momento quietos, sin saber que hacer. Más que mano, fue la manopla de Krosty, embrutecida por el alcohol la que golpeó el timbre. Del otro lado se dejó oír la cacofónica respuesta. Nos miramos un instante y salimos corriendo, corrimos. Corrimos a más no poder, como aquella vez que saliendo de la casa del Negro nos persiguieron una manada de planchas por media Rambla Pocitos. Corrí, como unos meses antes lo había hecho borracho y desnudo frente a una cámara porque habíamos querido imitar un videclip de moda por aquellos tiempos. Corrimos y ya no importó la borrachera, el alcohol era el combustible que nos mantenía caliente las mejillas. Corrimos y nos olvidamos por un instante de la Floresta, el Franchute, el Queso Acevedo y el Coqui Giró. Corrimos y fue como que nuestros pie nos fueron despojando del suelo para elevarnos a otro lugar. Corrimos y había música por donde pisábamos.

domingo, 5 de junio de 2011

El síndrome de apocalipsis


El fin del mundo es la solución a todos sus problemas, espere sentado a que llegue y no haga nada más al respecto.


Algo se ha venido jodiendo en estos últimos cincuenta años. Hasta finales de los sesenta las posibilidades de vivir en un lugar mejor y aquellos ambiciosos pero bien intencionados proyectos de cambiar el mundo, dependían principalmente de la capacidad de diversos colectivos de organizarse y de poner manos a la obra. Este año, un chanta (porque no hay manera más exacta de definirlo) llamado Harlod Camping, dijo que tras haber estudiado detenidamente la Biblia, esta anunciaba sin lugar a dudas que el fin del mundo sería el 21 de Mayo de 2011. Lo que evidentemente era un gran fiasco para cualquier persona con sentido dos común, tuvo una enorme difusión y propaganda. “Garantizado por la Biblia” podía leerse en un sellito que traían los afiches, como si la Biblia fuera un laboratorio que certifica la calidad de los productos. Además se llamaba a “prepararse” para dicho suceso, de la misma forma que uno puede irse preparándose para un evento importante, ya sea comprando la ropa adecuada, informándose al respecto o haciendo los arreglos que sean necesarios.


Me resultó curioso que en el más bien no religioso Uruguay, tal evento tuviera tanta difusión y estuviera más presente en las conversaciones de lo que suelen estar semejantes idioteces. De alguna forma parece que cada vez hay más gente que tiene ganas de que haya una gran catástrofe que termine con todo y todos de una vez y para siempre. El fin del mundo está dejando de ser un panorama desolador para volverse la esperanza de muchos.


Habrá diferencias de matices, pero creo que todos estamos básicamente de acuerdo que el mundo dista de ser un lugar idílico. No hay que analizarlo muy profundamente, razones saltan a la vista por todos lados. Lo jorobado es que cada vez haya una mayor cantidad de personas que creen que la única solución posible es que venga el enorme cataclismo que nos borre a todos del mapa. Cada uno que piensa así, es un punto a su favor que se suman quienes están muy cómodos y adinerados con el estado actual de las cosas y no tienen el menor interés en que cambien.


El fin del mundo, es a su vez una especie de solución light a todos los problemas actuales de la humanidad, es rápida, bien publicitada, no requiere demasiado esfuerzo de parte de nadie; el hecho de que sea horrorosa e inhumana pasa a considerarse un mal menor.

A menos hasta los años sesenta, las soluciones a los problemas estaban en nuestras manos y no dependíamos de la ira divina o de que un meteorito se escrache contra el planeta. Por supuesto que cuando uno se informa sobre los ideales y objetivos de la mayoría de los movimientos que conformaron el espectro social y político de todo occidente desde mediados del Siglo XIX hasta 1970, queda la sensación de que eran un tanto ingenuos e idealistas como que tuvieron un gran fracaso en líneas generales. Sin embargo fueron estas organizaciones las que fueron logrando que ocurrieran los cambios e hicieron del mundo un lugar un poco mejor para vivir. Gracias a las feministas, las mujeres obtuvieron el derecho a voto en toda democracia que se precie como tal y conquistaron espacios que antes tenían vedados. Los sindicatos y los partidos de izquierda, fueron logrando importantes mejoras en las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados. Minorías raciales como los negros en Estados Unidos, gracias a su capacidad de organizarse, dejaron de ser ciudadanos de segunda y hoy este país tiene al primer presidente negro de su historia, de la misma manera que Brasil, una de las sociedades más clasistas del mundo, eligió en 2003 a un presidente que comenzó trabajando como limpiabotas a los doce años. El trabajo infantil fue erradicado en varios lugares del mundo y la alfabetización lograda, gracias a que junto a los gobiernos, existió el trabajo de mucha gente que tomó estas causas como propias.


Por supuesto, el feminismo, el racismo, la pobreza, siguen siendo problemas en muchos lugares del mundo, aún en aquellos que cité como ejemplo y el mundo sigue siendo un lugar cruel e injusto, pero esa no es razón para perder la perspectivas de las cosas como fueron antes y como son ahora. Es cierto, las grandes utopías no parecen tener cabida hoy en día, yo mismo soy muy escéptico de ellas. Aunque no deberíamos olvidar que hay que luchar por diez para poder avanzar dos, que es mejor remangarse las manos y hacer algo por pequeño que sea, porque las cosas estén mejor que sentarse cómodamente a soñar el fin del mundo. Claro que cuesta más trabajo y uno se presta a ser blanco de críticas, pero es mejor que quedarse quieto y resignarse a que la única solución es gran final.